Rick Warren.- “Mis tentaciones han sido
mi maestría en teología”, decía Martín Lutero. Hay que aclarar que cada
tentación es una oportunidad para hacer el bien.
En el camino hacia la madurez espiritual, hasta la tentación llega a ser
un escalón más que una piedra de tropiezo cuando comprendes que puede ser tanto
una ocasión para hacer lo correcto como para hacer lo incorrecto. La tentación
solamente proporciona una elección. Aunque es el arma principal de Satanás para
destruirte, Dios quiere usarla para tu desarrollo. Cada vez que escoges hacer
lo bueno en lugar de pecar, estás madurando en el carácter de Cristo.
Para entender esto, primero debes identificar las cualidades del
carácter de Jesús. Una de las descripciones más conocidas de su carácter es el
fruto del Espíritu: “Cuando el Espíritu Santo controla nuestras vidas, Él
producirá este tipo de fruto en nosotros: amor, alegría, paz, paciencia,
benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, y autocontrol”.
¿Cómo, entonces, produce el
Espíritu Santo estos nueve frutos en tu vida?: ¿Los crea al instante? ¿Te
despertarás un día y te llenarás de repente de estas características totalmente
desarrolladas? No. La fruta siempre madura y llega a su punto lentamente.
La siguiente frase es una de las verdades espirituales más importantes
que podrás llegar a aprender alguna vez: ¡Dios desarrolla el fruto del Espíritu
en tu vida, permitiéndote experimentar circunstancias en las que seas tentado
para producir exactamente la cualidad contraria! El desarrollo del carácter siempre
involucra una elección, y la tentación proporciona esa oportunidad.
Por ejemplo, Dios nos enseña a amar poniéndonos personas desagradables
a nuestro alrededor. No requieres fuerza de voluntad para amar a las personas
que son encantadoras y amorosas contigo. Dios nos enseña el verdadero gozo en
medio de la tristeza, cuando nos volvemos a Él. La felicidad depende de las
circunstancias externas, pero el gozo está basado en tu relación con Dios.
Dios desarrolla la paz verdadera dentro de nosotros, no haciendo que
las cosas vayan de la manera en que lo habíamos planeado, sino permitiendo
tiempos de caos y confusión.
Cualquiera puede tener paz observando un hermoso ocaso o descansando
cuando está de vacaciones. Aprendemos la paz verdadera cuando escogemos confiar
en Dios a pesar de las circunstancias cuando estamos tentados a preocuparnos o
a tener miedo. De igual modo, la paciencia se desarrolla en las circunstancias
que nos obligan a esperar, cuando estamos tentados a enfadarnos o a punto de
explotar.
Dios utiliza la situación opuesta de cada fruto para que tengamos la posibilidad
de elegir. No puedes decir que eres bueno si nunca has sido tentado a ser malo.
No puedes decir que eres fiel si nunca has tenido la oportunidad de ser infiel.
La integridad se construye derrotando la tentación a ser deshonestos;
la humildad crece cuando nos negamos a ser orgullosos; y desarrollas la
paciencia cada vez que rechazas la tentación de rendirte. ¡Cada vez que derrotas una tentación te
pareces más a Jesús!
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